MAESTRAS Y MAESTROS: EN LA BURBUJA DE LA IGNOMINIA

Por Javier Ernesto Guardia Bosñak

Soy Padre de tres alumnos (dos en nivel secundario y uno en primario) y, en el pandémico 2020, los vimos trabajar en casa, mediante textos; videos o audios de WathsApp e incluso por videoconferencias.

Eso quiere decir que, del otro lado, habían también personas trabajando e interactuando con nuestros hijos alumnos, pero seguramente con una dedicación de tiempo por lo menos tres veces mayor que la de ellos, porque – para que inicie una Clase – primeramente debió haber alguien que la preparara y planificara.

Pero ahí no comienza, ni termina la cosa, porque las y los Docentes reciben órdenes y contraórdenes; cientos de kilos de burocráticas planillas que deben llenar en plena era de la informática. Clases que deben prepararse; luego darse y luego corregirse.

Les Docentes deben poner a disposición de su Patronal (el Estado), no solo su cuerpo y mente en horarios extralaborales, sino además, sus casas; sus computadoras, noteboock o celulares (dispositivos agotados por edad y uso); sus impresoras e insumos; sus abonos de Internet y, lo más costoso de todo, el tiempo que debieran destinar en su calidad de vida y en sus propias Familias (salud física, mental y social).

No estoy de acuerdo con la presencialidad en las Escuelas, en este momento. La considero un riesgo innecesario, que solo responde a exigencias del sector de la Educación Privada, que quiere seguir facturando.

En su lugar, lo ideal y lo justo, sería la Presencialidad de las y los Docentes en las Escuelas, cumpliendo con sus horarios normales y contando con un Estado que les garantice infraestructura y conectividad, para que dejen de llevar trabajo a sus Hogares y para que recuperen sus vidas personales, esas que fueron perdiendo de a poco – al igual que el poder adquisitivo de sus Salarios – a la par de un perverso sistema que fue permitiendo la instalación de una infamia que dictamina que – las y los Docentes – «solo trabajan 4 horas diarias y encima se quejan… !!!».

– Maestras y Maestros, en las Escuelas.
– Ministerio, asegurando higiene, seguridad y conectividad.
– Gobierno, asegurando Salarios dignos y Programas acordes a nuestra idiosincrasia, a nuestra realidad y a nuestra potencialidad en la Región.
– Alumnas y Alumnos, en sus casas, cumpliendo con sus horarios de Clases (virtuales), hasta que la Pandemia esté controlada.
– Personas denigrando al Sector Docente: repudio absoluto e inmediato, porque hay cosas que se traen de cuna (de bien nacido como decían nuestros viejos y nuestras viejas), cosas que ni la mejor Maestra puede cambiar si no se las trae desde la Casa.

O quizás sí. ¿Quién te dice…?
Después de todo, Maestras y Maestros; Profesoras y Profesores; Preceptoras y Preceptores, están acostumbrados a crear pequeños milagros desde siempre, tan pequeños e imperceptibles que, recién en la madurez y en la vejez, llegamos a verlos; a sentirlos y a valorarlos…

Javier Ernesto Guardia Bosñak
El Yunke – Nacional; Popular y Feminista
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