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Una familia vivió momentos de pánico cuando dos delincuentes irrumpieron en la casa la noche del viernes. En la residencia había dos mujeres y dos pequeños. Los ladrones se apoderaron de una cartera que tenía $ 800.

Esperó con ansiedad tener su casa. En diciembre, cuando entregaron las viviendas del sector VIII del barrio Lomas de Tafí, vio el sueño de la vivienda propia convertirse en realidad.

De a poco, va construyendo su hogar. Pero el viernes a la noche tropezó con la realidad de la seguridad en Tucumán: dos ladrones ingresaron a su casa, encañonaron a su hijo de cuatro años, y le robaron dinero.

Pasadas las 22, Patricia Cardinaux, de 43 años, estaba terminando de cenar junto a sus hijos Solange (7) y Facundo (4), y su madre Hilda.

La pequeña perra que estaba atada en el jardín del frente comenzó a ladrar desaforadamente.

Le apuntó a Facundo

A Cardinaux le llamó la atención esta situación, y cuando estaba por salir para ver qué pasaba, un hombre apareció de una de las habitaciones, y puso un arma en la cabeza de Facundo.

«Apareció de la nada por un cuarto que da hacia adelante y que tenía la puerta abierta. Me gritó que me quede quieta», contó, todavía conmocionada, Cardinaux.

Hilda y la pequeña Solange, gritando, consiguieron salir al patio. En ese momento, apareció otro delincuente.

«Vi que pasó por atrás del que apuntaba a Facundo. Sólo lo vi de costado, porque mi atención estaba centrada en mi hijo. Estaba desesperada, no sabía que hacer», comentó la mujer.

Los asaltantes comenzaron a pedirle que le entregara el dinero.

«Les di mi cartera, donde tenía $ 800 porque hoy (por ayer), le iba a pagar a los albañiles. Sólo tenía esa plata. Les dije que se lleven lo que quieran; quería que se vayan lo más rápido posible y que dejen a mi hijo», relató.

Ni tomaron las huellas digitales

Mientras Facundo gritaba y lloraba, los ladrones abrieron la puerta, saltaron la verja y escaparon por unos pastizales ubicados frente a la vivienda.

Mientras tanto, Hilda y Solange gritaban pidiendo ayuda a los vecinos.

«Vinieron inmediatamente. Llamamos a la Policía, me tomaron los datos, pero nada más. Habían tocado varias cosas pero no tomaron huellas digitales. A uno de los ladrones se le cayó una gorra, pero los policías no quisieron llevársela. No le dieron importancia», comentó Cardinaux.

Al día siguiente, cuando fue a ratificar la denuncia, descubrió que le habían tomado mal los datos.

«Tenía mal el nombre y figuraba otra manzana y otro número de casa. Tuve que estar un buen tiempo para que corrijan todo eso», comentó.

«La Policía no pasa nunca por aquí. Terminamos viviendo en un lugar que es tierra de nadie», dijo Hilda.
Solange quedó nerviosa y constantemente miraba para afuera.

«Ella quedó muy alterada. Anoche no quiso dormir en casa, y se fija que las puertas y ventanas estén cerradas a cada rato. Lo que nos pasó la marcó mucho», comentó Cardinaux.

La mujer contó que, cuando le dieron la escritura, le entregaron también una ordenanza con varias pautas que debían respetar.
«No podemos construir paredes de más de dos metros. Tampoco podemos cerrar todo el frente de las casas. Me dijeron que no querían que se convierta en un Fuerte Apache. Pero qué seguridad me dan ellos», dijo Cardinaux. /lagaceta.com.ar

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