La Gaceta: Un arrepentido detalló cómo un empleado del Instituto de la Vivienda prometía casas sociales «por izquierda»
Detalló que Fabio Burgos, el estatal involucrado, habría recibido sumas de entre $ 2.000 y $ 180.000 por cada vivienda prometida Castillo afirma que fue intermediario tras quedar enredado en la “trampa” de un trabajador; “yo no sabía que él estafaría”, lamentó.
“Yo no sabía que él estafaría ni que la estafa tendría esta magnitud. Si él me hubiese dicho que era para cagar gente (sic), no lo hubiese hecho nunca”.Daniel Castillo parece resignado. Llora. Jura por sus hijos. Vuelve a llorar. Se muestra desesperado y arrepentido. El ex chofer de colectivos de 43 años, separado y padre de cuatro hijos, confesó a LA GACETA haber trabajado hasta hace dos meses como intermediario para Fabio Burgos, el empleado del Instituto Provincial de Vivienda y Desarrollo Urbano (Ipvdu) investigado por presuntas estafas con viviendas sociales.
“No soy un delincuente”, repite y dice que es consciente de que blanquear el rol que tenía en las operaciones le traerá problemas con la ley. “Si tengo que ir preso, iré. Pero que a la gente le den las casas”, lanza. Curiosamente, Castillo encabezó las manifestaciones de los denunciantes -que aseguran ser más de 200-. Incluso, fue vocero del grupo.
“Tengo que dar la cara. Ante las autoridades del Instituto no me hice cargo porque se iban a tirar en contra mío y de Fabio y se iban a querer lavar las manos. Y aquí no está sólo Fabio”, justifica. Castillo sostiene que, de acuerdo a lo que pudo saber, serían más los trabajadores involucrados. Explicó cómo habría funcionado esa especie de “estructura” paralela que prometía el acceso a un plan habitacional sin tener que pasar por la inscripción y el sorteo correspondiente.
Después de la entrevista, la Justicia allanó la casa de Castillo y secuestró documentación.
– ¿Cómo conoció a Burgos?
– Del colegio. Después, yo era chofer de la línea 124. Un día (en 2009) lo encontré en el colectivo. Se dio la conversación de dónde estábamos viviendo. Me contó que trabajaba en el Instituto. Le pedí que me ayudara a anotarme. “Te puedo hacer dar una casa en tres meses. Pero tenés que pagar, no es gratarola. Es para darles la guita a los vagos, somos un grupo”, me dijo. Vendí mi casa y le di $ 2.000.
– ¿Y cómo comenzó a operar?
-Ya trabajando en otra línea, les conté a los choferes y me pidieron que les hiciera el contacto. Comenzó la cadena. Fabio me pidió que le hiciera el favor de hacerles firmar los boletos de compra-venta y que le llevara la plata porque él no tenía tiempo. Un día le llevo la plata y papeles de dos personas. Se los entregaba dentro del Instituto. Me decía que los pusiera en un sobre color madera y los llevara para que no se dieran cuenta. Me dijo que como yo ya había metido un grupo, me iba a devolver las dos lucas. Caí en esa trampa y comencé a actuar de intermediario. Cuando se cumplieron los tres meses de espera para mi casa, le pregunte qué pasaba y me dijo que esperara que aún no habían largado los cupos. Empezó con el verso.
– ¿Qué cupos?
– Me explicó que en todos los barrios nuevos había casas que eran una parte para la gente que se inscribía legalmente y otra, para el Ipvdu. Que a estas últimas las negociaban los empleados. Había que esperar la orden, decía. Las tarifas eran diferentes para Lomas de Tafí que para San Andrés o El Chañar. Nunca me dijo ‘caguemos gente’ (llora). Siempre actué de buena fe. Quería tener mi casa.
– ¿A cuánta gente contactó con Burgos?
– No salía a buscar. Llegaban a mí por él. A 11 familias de Lules les sacó $ 60.000 a cada una. Recibí amenazas, que a mi familia la iban a agarrar a tiros. Me pusieron un arma en el pecho. Ellos hablaron con Fabio cuando saltó esto y él les dijo que yo me había quedado toda la plata. Yo les recibí, pero no me quedé con nada. Ahora no tengo para el alquiler (llora), debo dos meses. Si me habría quedado tendría mi casa en el exterior.
– ¿Cuánto dinero le llevó?
– Unas 30 o 40 familias a las que les cobraban $ 5.000, $ 6.000 u $ 8.000. Y algunas que más. Hubo quienes le pagaron $ 180.000.
– ¿Burgos le pagaba?
– No. Le pedía porque no me alcanzaba para llamar a la gente o mandar mensajes. Por ahí tenía mi auto roto y me decía que sacara (de lo que le entregaban) para el taxi. Él me daba $ 100 o $ 200 o $ 500 para el alquiler.
– ¿Cuántos intermediarios eran?
– Cayeron en la misma trampa. Cinco o seis personas más.
– Burgos le mencionaba quiénes eran del “grupo” dentro del Ipvdu.
– Yo de vez en cuando iba a buscarlo y él decía que se iba a fumar y hablaba conmigo. A la gente la recibía en la esquina o adentro. Les mostraba en la pantalla que estaban en el sistema. Con el tiempo, me decía que tenía los vagos que hacían la operación. Hablaba de Sonia, que era la jefa; de Tony y de Federico, de Sistemas. También de un tal Navarro y de Dalila. Me decía que si se armaba el quilombo, iban a caer todos. Desde el barrendero hasta Gustavo Durán. Con el tiempo se comenzó a molestar conmigo y con la gente que lo buscaba. Pero ¡debía dar la cara! Cuando la gente le preguntaba, él decía que yo le daba $ 3.000 y que me quedaba con el resto. Me vivía verseando y a la gente. Lo hice por la necesidad. Si sabía que él me metía en esto, le pegaba un tiro. No me interesa nada, sólo las soluciones para la gente.
– ¿Burgos pudo hacer que alguien accediera a una casa real?
– No. Nunca. Caí igual que todos.
– ¿Es consciente de que era nexo en una trama ilegal?
– Soy consciente de la buena fe con la que actué.
– La gente lo denunciará…
– Sí. Me hago cargo y responsable de todo. Por eso estoy frente a la manifestación. Yo los involucré. Pero a la vez recibí amenazas. Me pusieron un arma en el pecho y por eso salí a reunir a la gente. Además, si uno va por derecha no consigue nada. Todo es por izquierda. Todo Tucumán sabe que no se actúa de buena fe en el Ipvdu.
– ¿Duerme tranquilo?
– Hace días que no como ni duermo. Hice esta movilización de buena fe. Más allá de que me pueden hacer una causa por cómplice, me considero buena persona.
SUSPENSIÓN E INVESTIGACIÓN
El Ipvdu puso la lupa sobre el empleado y lo denunció en la justicia
“(Los denunciantes) Dicen que tienen videos en los que Burgos me menciona. Y sí… el estafador qué va a decir, ¿que es enemigo de Durán? No. Es el ‘abc’ de todo estafador”. Esas palabras del interventor del Ipvdu, Gustavo Durán, habían dejado en claro su postura desde el inicio de las protestas. Si bien aclaró que se estaba investigando si había más empleados involucrados, respaldó a sus funcionarios. Instó a los presuntos estafados a efectuar denuncias en la institución y en la Justicia para que avancen las pesquisas. Durán había detallado que apenas ingresó la primera acusación, suspendió al empleado Fabio Burgos y que, por las pruebas, sería exonerado. También había advertido que no podía resarcir a los afectados con viviendas porque habían recurrido a un mecanismo ilegal.
Fuente: La Gaceta