Después de asaltar y golpear a cuatro personas, el delincuente los amenazó y huyó El violento atraco sucedió a 150 metros de la comisaría de la zona; “Tuve muchísimo miedo”, dijo la dueña del local.
El miércoles a las 9 de la mañana, María Eugenia Espinoza sintió unos golpes en el portón de su negocio, que se ubica adelante de su casa en el barrio 600 Viviendas de Lomas de Tafí. Había dejado todo cerrado porque estaba en el fondo, poniendo el lavarropas, pero abrió con confianza. Era un preventista de una empresa de golosinas. Ambos pasaron pero dejaron la puerta abierta. En un descuido, ingresaron dos asaltantes que simularon ser clientes.
“Primero me preguntaron el precio de las facturas. Después uno de ellos sacó un revolver y nos apuntó. Al preventista lo obligaron a arrojarse al suelo y a mí me dijeron que me quedara quieta”, contó Espinoza desde el mismo lugar en que sufrió el asalto.
Uno de los ladrones tomó una bolsa y comenzó a llenarla con el dinero que había en la caja registradora.
“En ese momento entró una clienta. Esa mujer no tenía plata porque acá tiene cuenta. La tiraron al suelo y la golpearon para que les diera dinero. Enseguida intentó entrar otra mujer que traía en la mano $ 20. Se los sacaron antes de que diera un paso adentro, y también la amenazaron para que les entregara su anillo”, agregó la mujer.
Con las dos clientas y el preventista tirados en el suelo, los únicos que quedaban en pie eran la dueña del negocio y los delincuentes. Sin embargo, uno de ellos pateó a la mujer para que les entregara más dinero y la hizo caer detrás del mostrador.
“En ese momento tuve muchísimo miedo”, relató Espinoza a LA GACETA mientras alzaba a su pequeña nieta. Afortunadamente, no hirieron a ninguna de las personas de su familia.
“Yo tenía una deuda de $ 13.000 con las personas que nos venden la carne y tenía unos $ 8.000 para pagar parte de esa deuda. Cuando me patearon y caí, decidí entregarles la plata. De alguna forma la recuperaré, pero la vida no tiene precio. Cuando se la di, se fueron. Antes de salir, uno de ellos me miró y me dijo: ‘no te levantés. Que no se levante ninguno. Si alguno sale por esa puerta, le pego un tiro en la cabeza’”. Desde adentro, todas las víctimas del robo se quedaron inmóviles hasta que escucharon acelerar una moto que a los pocos segundos se perdió camino a la avenida Raya. Cuando el ambiente se llenó de los ruidos normales -los gritos de los chicos de la escuela cercana, el pique de la pelota de la cancha de la esquina- se levantaron. Entonces, la dueña del negocio caminó los 150 metros que la separaban de la comisaría y radicó la denuncia.
A comienzos de abril hubo marchas en Lomas de Tafí por parte de vecinos que denunciaron una ola de inseguridad y dijeron que se habían reducido los patrullajes. “No hemos disminuido la presencia policial. No dejamos nunca de mandar móviles. Incluso, los reforzamos”, aseguró entonces el intendente Javier Noguera, en relación a la Policía municipal de Tafí Viejo