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El proyecto “Homero” viaja a Buenos Aires a ser presentado en sociedad

Pablo Jiménez tiene 18 años y pocas, muy pocas veces en su vida ha tomado cerveza. Casi en chiste argumenta que se debe a que acaba de cumplir la mayoría de edad, pero cuando se pone un poco serio cuenta que tomar un solo vaso de ese “oro líquido” tiene para su organismo consecuencias devastadoras. “Me puedo pasar el día entero en el baño”, simplifica.

Pero no es sólo la cerveza -seamos sinceros, una de las protagonistas de las reuniones de los chicos de su edad- la enemiga de Pablo. Tampoco puede comer una hamburguesa o compartir el pan en un asado con sus compañeros de la Escuela Técnica N° 2 de Lomas de Tafí, porque siempre el encuentro termina con una revolución gástrica. “Siempre me quedé aparte. Cuando había asados o algo les tenía que decir a mis compañeros que yo iba comido y perderme parte de la reunión”, cuenta. Hace apenas seis meses que Pablo se hizo los estudios para confirmar lo que ya se imaginaba: al igual que su mamá, es celíaco.

Si las escuelas tuvieran como materia la empatía, esa cualidad de los seres humanos de ponerse en el lugar del otro, estos chicos aprobarían el examen con la nota más alta posible. Cuando les preguntaron qué proyecto curricular les gustaría desarrollar en el laboratorio, en lo primero que pensaron los alumnos del 6° año de la Tecnicatura en Tecnología de los Alimentos de esa escuela taficeña fue en algo para integrar a su compañero celíaco.

Fue entonces cuando surgió la idea de crear Homero, una cerveza artesanal a base de maíz que, al menos en principio, no debería caerles mal a las personas que padecen la intolerancia permanente al gluten.

Ahora, ¿por qué cerveza y no otros alimentos? La respuesta varía dependiendo a quién se le pregunte. La profesora María Marta Sáez, licenciada en biotecnología y capitana del laboratorio de Microbiología en la escuela, tiene su argumento: “con la idea de los chicos de elaborar alimentos para celíacos comenzamos a ver cuáles eran los que podríamos hacer en nuestro laboratorio, con nuestros recursos. De esa evaluación salió que la cerveza sería factible y, por cierto, la cerveza es un gran alimento”, alienta la profe.

Para Elías Ochoa, uno de los alumnos, la cosa es mucho más sencilla: “queremos compartir las reuniones con nuestro compañero, que siempre termina quedándose afuera”, confiesa, y sonríe.

El mercado
De las que encuentran fácilmente en el mercado, y aunque no lleve el sello reglamentario de “libre de gluten”, la cerveza que mejor toleran los celíacos es la mexicana marca Corona. Según la explicación de Sáez, esto se debe a que está elaborada a base de maíz, arroz y cebada, por lo tanto es la que mejor se adapta, sin ser elaborada propiamente para los celíacos.

Homero podría ser la primera cerveza artesanal tucumana apta para celíacos, si es que los chicos siguen adelante con su proyecto. En estos momentos, según explicó la docente Ana Victoria Díaz Shehadi, licenciada en Nutrición, están realizando las pruebas de aptitud a la bebida. “En teoría, por los ingredientes y los cuidados extremos para evitar la contaminación cruzada durante la elaboración, no tendría que contener partículas de gluten. Pero tenemos la intención de hacer las pruebas específicas”, comentó.

Por lo pronto, tres alumnos están viajando en estos momentos a Buenos Aires para participar de la segunda instancia de Técnicamente, un encuentro nacional de estudiantes de escuelas secundarias técnicas que ya tuvo su estación en Tucumán y en la que los alumnos taficeños quedaron seleccionados junto a otras 11 escuelas tucumanas. Viajarán tres de ellos para presentar su idea ante sus pares y ante las autoridades del Ministerio de Educación de la Nación.

EN EL LABORATORIO

Botellas recicladas
El dueño de un boliche les regala a los alumnos las botellas vacías que luego son esterilizadas para contener la cerveza Homero, que ya tiene su propia etiqueta. Hasta el momento realizaron dos tandas desde que comenzaron con el proyecto, a principio de este año.

En proceso
Nicolás Brito, uno de los alumnos que viaja a Buenos Aires, explicó el proceso de elaboración: “trituramos el maíz con mortero, lo hacemos hervir y lo filtramos. Le agregamos lúpulo, que brinda sabor amargo y es bactericida, y dejamos fermentar por dos meses”.

Graduación alcohólica
“Al jugo fermentado -continúa Brito- se le agrega levadura, que es lo que convertirá el azúcar del jugo dulce en alcohol. Con un densímetro (foto) calculamos el grado alcohólico de nuestra cerveza, que en promedio nos da de 3,5%. Las más comunes tienen 5%”.

Mirando al futuro
Pablo Jiménez, el compañero celíaco, sueña con salir de la escuela (le falta un año) y trabajar en una industria. El laboratorio lo entusiasma. En la foto observa en el microscopio la actividad de los microorganismos presentes en la levadura.

Cada 350 ml, la cerveza contiene: – Calorías: 392,25 calorías. – Hidratos de carbono: 66,84 g. – Proteínas: 12,18 g. – Lípidos: 1,59 g. – Fibra: 3,47 g. – Vitaminas: B1, B2, B3, B6, y E. – Minerales: potasio 300 mg, magnesio 77,81 mg, calcio 18,75 mg, fósforo 220,31 mg, hierro 2,9 mg y flúor 0,14 mg. Las cifras de la celiaquía Según datos de la Asociación Celíaca Argentina, en nuestro país uno de cada 80 niños es celíaco. Se estima que, entre los adultos, una de cada 100 personas padece esa enfermedad que las hace intolerante al gluten presente en el trigo, avena, cebada y centeno. El dato más grave: por cada celíaco diagnosticado, hay ocho que desconoce su condición.

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Fuente La Gaceta

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